jueves, 24 de diciembre de 2009

IGLESIA: LA AMARRA NAVAJAS

Un derecho humano y constitucional es aquel que dice que todos podemos expresar nuestro libres pensamientos, siempre y cuando no se afecte a terceros. Algo necesario para que el país se rija por un ambiente de debate centrado siempre en la razón y en la tolerancia y sobre todo, el respeto. Pues es claro como lo dijo Benito Juárez: “El derecho al respeto ajeno es la paz”.

Pero las recientes declaraciones de la diferentes iglesias mexicanas no demuestran que México es ese país donde divergen las opiniones llenas de razón y sentido . Tal y como si el foxismo les hubiera pegado duro, estos prelados no ayudan al debate, sino al encono.

Y basta con leer las diferentes opiniones de los prelados para darse cuenta que estos hablan como si fuesen expertos y llaman a su feligreses a actuar de manera intolerante. Y para muestra un botón (o varios): El señor Onésimo Cepeda hablando de “estupideces” y al obispo de Veracruz declarando que es una aberración.

¿Estás son las opiniones que México necesita? ¿Esta es la Iglesia que en cada misa habla de amor y respeto? Estos prelados deberían de revisar sus declaraciones antes de hacerlas. Estas personas no deberían opinar con sotana. Y tan vagas y sin sentido fueron estas declaraciones que ni el Vaticano las apoyó.

Pero esto deriva de la arrogancia que estas personas tienen en los últimos años. Piensan que gobiernan México y que son una extensión de la Secretaría de Gobernación. Dan declaraciones y su opinión es resaltada por los medios de comunicación como si fueran hechas por los mismos secretarios de estado.

Pero resulta que la Iglesia Católica ya no es una institución religiosa. Se convirtió en una dependencia más del gobierno. En un partido político con la Virgen de Guadalupe como estandarte. En una procuradora de justicia. En Inquisidora. Pero Iglesia, ya no es. Y se valen de sus miles de seguidores que aún tienen y de la fe que en México todavía mueve personas y hace leyes.

Las llamadas Leyes de Reforma dieron un golpe duro a la intromisión de la Iglesia en asuntos políticos, pero el arribo de lo peor del panismo a la presidencia les dio de nuevo la entrada para operar como cabilderos en las diferentes Cámaras de diputados y legisladores.

Y es exactamente lo que está pasando: la Iglesia legisla y mueve influencias. ¿Qué pretenden estos señores? Sus intensiones son claras pero absurdas. No se puede concebir un país democrático en donde cualquier corriente religiosa intervenga en sus decisiones.

El laicismo no sirve para aprobar leyes inmorales, pecaminosas o “estúpidas” como diría el “riky ricon de Ecatepec” Onésimo Cepeda, sino para que se gobierne desde un sentido de bien común sin importar creencias o dogmas. De no ser así entonces comencemos a apedrear mujeres como en el medio oriente, a quemar hombres y brujas como en la edad media, porque así sería un gobierno en donde la Iglesia, de cualquier tipo, tiene derecho a legislar.

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