viernes, 13 de noviembre de 2009

¿La perdonamos?

Como parte de mi entrada anterior, le hice llegar un correo electrónico a la Senadora Ortuño, la cual muy amable me respondió, lo cual agradezco y felicito, ya que ese tipo de atención se debe tener con la sociedad. A continuación pongo el mail que envié y la contestación. ¿La perdonamos?

Estima Senadora

Espero se encuentre bien de salud. Y le digo esto ya según sus declaraciones nacer “con discapacidad y feito” al parecer es una gran desgracia en este mundo. Un mal que se debe adoptar. Una cruz con la cual cargar. Un castigo divino de la virgensita, por portarnos mal. En fin, gracias a todo el cielo que usted y sus hijos no sufrieron esas desgracias de la vida. Gracias a todos los santos existentes y por venir sus hijos tienen como mamacita (con todo el respeto de la palabra) a una senadora que cobra cantidades exorbitantes de salario y con ellos pagarles escuelas privadas.

Por eso mismo, y aunque este correo parezca agresivo, no lo es y la comprendo. Pido a todo el cielo que le siga dando más a usted y a sus hijos. Que sus nietos no salgan con “discapacidad y feitos”. ¡Qué horror sería eso! Y más para alguien tan distinguida y con clase como usted. Porque clase es lo que le sobra: sus palabras tan elocuentes, su forma de utilizar el vocabulario, su forma de hacer comparaciones. Excelsa.

Sin más halagos por delante, me despido agradeciéndole todo lo que hace por los mexicanos. Por esto todos estamos a favor de que se suban el salario y cobren más prestaciones. Si gusta más dinero con mucho gusto le puedo hacer llegar lo que guardo en mi cochinito. No es mucho pero para alguna noble causa de la que usted preside puede servir.

CONTESTACIÓN

Me disculpo. A un hijo se le engendra o se le adopta. Y al paquete fiscal lo voté, así que no puedo negar mi responsabilidad. La carta la escribí para familia y amigos, muchos de los cuales saben cuán cerca vivo de la discapacidad. Fue una frase muy mal construida, en el afán de dar cuenta de porqué voté como voté. Le agradezco su crítica, que acepto con humildad. Me equivoqué. Saludos, Teresa.

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